
Matutino
aquí, en esta cueva de mareas tempranas, en este escondite de anhelos recurrentes,
me detengo a mirar el reguero de espuma que irá marcando la distancia, aquella distancia
a la que quisiera darle otro nombre
y que un día será como un largo bostezo, como una cadena de pueblos desplegándose por el camino.
y ese día, el olor que solía encaracolarse en la curva perfecta entre tu hombro y tu aliento, será otro, y tú serás otro, en una cama al otro lado del mar.