Elegía a Ingapirca.
Una piedra robada De los suelos sacros de Ingapirca, Gramo de un instante terminal.
Me pesan décadas en el bolsillo, Sobras de una memoria dorada, Relicario de una semblanza.
Veo en mis manos sal, Lágrimas asfixiadas de Nibiru Millones en el campo de Ingapirca.
Me pesan gritos ahogados en mi bolsillo,
La lágrima me muestra la desventura,
Lágrima estéril.
Alfombra malditamente gris, Una a una, cada lágrima fue forjada, Rosario infinito de amarguras.
Esos ojos que siguen allí, Perturban una noche maligna, Maternal instinto de difunto.
En mi bolsillo me pesan golpes de pecho Petrificada melancolía, Sombras de santos capulí.
¡Maldito! Sacarle una lágrima a la madre, ¡No puedo más! El bolsillo se me rompe, Y caen los niños, Queriendo abrazar a su madre, Millones de lágrimas, Secretos de sombras agoreras, Inmutables espinas de fe.
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