
Oda a tus manos
I Hay una inmensidad escondida en tus manos que me recuerda las ciudades desnudas donde se quedaron huérfanos los mercados y los ferrocarriles abandonados al polvo y al olvido con la quietud de las calles llenas de tristeza.
Volver a tus manos, por eso, es casi siempre un alivio que me permito a modo de protesta cuando me escapo del mundo sin ganas de salvarme.
II La noche se quedó dormida olvidó su labor colgada en el closet y yo no podré dormir sin tu mano cerca anidando un espacio entre mi cicatriz y mi pelvis.
Debería durar menos la noche cuando la soledad se cae de las nubes para perderse entre este cuarto y mis sesos así no sería tan triste y tan insoportable sobrevivir a tu ausencia.